Es necesario proteger a las personas menores de edad de la violencia que constituye su exposición a las prácticas, espectáculos y eventos taurinos y reconducir el grave atropello de sus derechos recogidos en la legislación internacional y nacional sobre protección de la infancia y la adolescencia.

Uno de los fenómenos a los que es necesario prestar particular atención es el referente a las imágenes y situaciones que se generan en espectáculos taurinos y su incidencia negativa en el bienestar físico y mental de los niños, niñas y adolescentes, ya que además de los toros y los caballos, la violencia de la tauromaquia tiene otras víctimas, que son ellos mismos.

Nos referimos a la violencia física, mental y emocional a la que están expuestos los niños que son entrenados y practican en escuelas taurinas, los que participan como toreros en corridas de toros y los que son espectadores de todo tipo de eventos taurinos.

Existen numerosos estudios de psicólogos, criminólogos, sociólogos y expertos en neuroimagen que constatan que la exposición a la violencia en la infancia y la adolescencia puede contribuir a normalizar la violencia y a fomentar actitudes de aceptación de la agresión.